Un amor sin límites
El evangelio de Mateo dice así: «Sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado,
como dijo. Venid a ver el sitio donde yacía». Es un error buscar a Jesús en el mundo de la muerte. Está
vivo para siempre.
Nunca lo podremos encontrar donde la vida está muerta.
No lo hemos de olvidar. Si queremos encontrar a Cristo
resucitado, lleno de vida y fuerza creadora, no hemos de buscarlo en una
religión muerta, reducida al cumplimiento externo de preceptos y ritos
rutinarios, en una fe apagada que se sostiene en tópicos y fórmulas gastadas,
vacías de amor vivo a Jesús.
A la orillas del lago de Galilea se
fue gestando la primera comunidad de Jesús. Sus seguidores viven junto a él una
experiencia única. Su presencia lo llena todo. Él es el centro. Con él aprenden
a vivir acogiendo, perdonando, curando la vida y despertando la confianza en el
amor insondable de Dios.
Si no ponemos cuanto antes a Jesús en el centro de
nuestras comunidades, nunca experimentaremos su presencia en medio de nosotros.
José Antonio Pagola
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