Siendo padre y protector de la Sagrada Familia , tenemos en San José una actitud elocuente de prudencia y de fe, en la misión que le ha sido asignada en la Sagrada Familia.
A su imitación, las misioneras debemos darnos con generosidad y sin reserva a la misión que Dios nos señale en su Iglesia.
A veces nos puede exigir sacrificios duros; será entonces San José quien, con su vida silenciosa y sacrificada nos alentará a cumplir nuestras tareas, con un corazón lleno de Dios como él . (M. Dolores)
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