Procesión en la localidad del Tránsito, lugar de nuestra presencia misionera.
Mensaje de la Vida
Religiosa de la diócesis de Copiapó
Hoy celebrar para nosotras la
Vida Consagrada es hacer memoria de tantos rostros que nos acompañan en nuestro
caminar en esta bella región de Atacama.
Es celebrar junto al Dios de
la Vida tanta bondad que hemos recibido de un pueblo que se mantiene
peregrino y que nos recuerda una vez más
nuestro compromiso sincero de servirlo y amarlo.
Sabiéndonos parte de este
pueblo y de la Iglesia universal, queremos unir nuestra oración y nuestra voz a
la de todos los que exigen paz en el mundo, paz para los pueblos expuestos a la
opresión y el exterminio por estados totalitarios y violentos, que no admiten
la diferencia. Pero también denunciando aquella paz de los sepulcros que no
nace de la justicia y de la verdad, sino del silencio cómplice y cobarde y que
niega a las personas el derecho a la salud, educación... a todo aquello que
necesitamos para vivir dignamente.
Renovamos hoy nuestro voto de
obediencia a la voz de Dios presente en la historia en el clamor de los pobres,
en los signos de los tiempos discernidos en comunión con nuestros pastores y
guiados por el ministerio profético del Papa Francisco.
Agradecemos el paso de nuestro
Obispo Gaspar Quintana por la historia de nuestra Iglesia local y los grandes
lineamientos que han marcado su ministerio. Sobre todo queremos expresar
nuestra adhesión a su valiente compromiso en el cuidado del agua y del medio
ambiente, en el anuncio y la denuncia de lo que en nuestra región se opone al
proyecto de Dios para su pueblo que es la vida en abundancia.
También queremos agradecer su
coraje para sacar a la luz todas las situaciones y actitudes de aquellos que,
habiendo apartado su corazón del evangelio, dejando de pertenecer efectiva y
afectivamente a la Iglesia, agreden y violentan a los más pequeños y a los
verdaderos miembros de la Iglesia de Jesús que constituyen, con su testimonio
cotidiano, la Iglesia servidora, samaritana, misionera y discípula del único
Señor.
Junto con nuestro
agradecimiento a Don Gaspar, queremos expresar nuestro apoyo y colaboración con
nuestro Obispo electo Celestino Aós, comprometiendo nuestra oración para que el
Señor le conceda sabiduría para animarnos, orientarnos y confirmarnos ante los
desafíos que la realidad nos vaya mostrando.
Renovamos hoy nuestro voto de
castidad, para aprender a amar a la manera de Jesús, con un corazón unificado y
reconciliado y con la ternura y la audacia que caracteriza a los testigos del
reino.
Queremos renovar también
nuestro voto de pobreza a todo privilegio y poder que no sea el que nace de la
lucha codo a codo con el pueblo. Queremos ir y permanecer en las periferias del
poder económico, político, social y religioso para animar, sostener, acompañar
y caminar junto a todos aquellos que construyen el reino de Dios y crean
fraternidad y comunión, reconociendo ahí el lugar donde el Señor se ha
encarnado y que está en el centro de su corazón hasta el día en que ya no
existan centro ni periferias porque Dios será todo en todos y su pueblo tendrá
para siempre vida en abundancia.
Copiapó, viernes 15
de agosto de 2014, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
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