La comunidad internacional mira con asombro el crecimiento de conflictos en estos últimos tiempos, ataques intencionados a civiles víctimas de los entramados de dirigentes que lejos de trabajar por el bienestar de sus pueblos, trabajan por sus propios intereses: Siria, Gaza, Ucrania, Sudán... y un largo etcétera.
Pareciera que se nos va de las manos la posibilidad de trabajar por la paz, pero hay que empeñarse en ello si queremos hacer presente el Reino en nuestro mundo. No basta con orar por los pueblos sumidos en la violencia, es necesario llevar en el corazón este deseo profundo de paz, fruto del Espíritu (Gal 5,22) que es también deseo profundo de Dios.
Llevar en el corazón este deseo de Paz es una manera de relacionarse con los/as demás: actitud fraterna de aceptación, tolerancia, comprensión, deseo decidido de trabajar por la reconciliación, porque el Amor es superior al odio. Es también una meta personal: no consentirse la violencia ni en sus más mínimas expresiones.
Llevar en el corazón este deseo de Paz es un modo de encarar la vida y sus acontecimientos: serenidad interior fruto de la coherencia de una vida transparente, sin dobleces; es disposición a vivir desde el perdón y la misericordia, aceptarse y gozarse en Dios por encima de sí mismo/a, que con infinita ternura y gratuidad está "siempre con nosotros/as" (Mt 28,20), también en nuestras "pobrezas" y problemas.
Llevar en el corazón este deseo de Paz es un modo de "saber estar" al lado de quien sufre, es saber consolar: Actitud interior que nos deja inquietas ante la violencia de la injusticia, la pobreza, la exclusión y el dolor. Es por tanto trabajar por la justicia, el desarrollo y la promoción de los más necesitados, salir de la instalación personal y disponerme a servir con entrega generosa.
Llevar en el corazón este deseo de Paz es
un estilo de vivir, acción misionera de vanguardia. ¡¡BIENAVENTURADOS QUIENES TRABAJAN POR LA PAZ!!
(Isabel misionera JMJ)
(Isabel misionera JMJ)
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